El reciente reconocimiento por parte de la Junta Central Electoral (JCE) del partido político del nieto del dictador dominicano, Rafael Leónidas Trujillo; Ranfis Trujillo, presenta una serie de preocupaciones tanto a corto como a largo plazo para la República Dominicana. En primer lugar, cabe destacar que la aprobación de este partido podría estar violando la Ley No. 5880 del 3 de mayo de 1962, que prohíbe la difusión de cualquier idea que elogie al tirano Trujillo y a su régimen, una normativa cuyo espíritu busca precisamente prevenir situaciones como esta.
Si persiste esta dirección política, el sistema político dominicano, tal como lo conocemos, podría extinguirse en los próximos 15 años. El nacionalismo, un sentimiento que este nuevo partido podría intensificar, posee la capacidad de influir en las mentes de los más susceptibles, generando conflictos y desgaste, y distrayendo la atención pública de las ideas que promueven progreso y bienestar.
Esto tendrá repercusiones económicas para la República Dominicana, cuyo principal producto de ingresos es la paz, un factor que los inversores extranjeros buscan y que ha impulsado el crecimiento del país en los últimos 35 años. La inestabilidad política y social que los extremos ideológicos, ya sean de izquierda o de derecha, a menudo generan, puede resultar en la pérdida de este clima de confianza, fundamental para mantener el flujo de inversiones extranjeras.

Las ideologías extremas tienen la propensión a capitalizar el descontento y la frustración de la población, tanto de aquellos que votan como de los abstencionistas, logrando forjar una mayoría compacta. Se presentan como la alternativa que representa los intereses y demandas de aquellos que, debido a las limitaciones inherentes a los países en vías de desarrollo y a la corrupción de los gobiernos tradicionales, no han logrado salir de la pobreza.

Este fenómeno no es nuevo ni único en la región. La caída de Venezuela y Chile en manos de la extrema izquierda y el ascenso de Bolsonaro en Brasil, un representante de la extrema derecha, han generado inestabilidad y retroceso en estos países. Hasta ahora, la República Dominicana se ha beneficiado de su estabilidad en medio de este caos regional, pero a medida que el partido de Ranfis Trujillo gane fuerza, esa estabilidad puede empezar a desaparecer.







Ranfis Trujillo emerge como la antítesis del actual sistema político, pero sin presentar una propuesta concreta de mejora, solo se limita a un discurso de populismo nacionalista.
Es fundamental que los actores políticos que han estado al mando durante los últimos 35 años comprendan la gravedad de la situación y se comprometan a consolidar el sistema político dominicano y preservar el crecimiento económico que se ha logrado. Aunque esta amenaza no se materializará de la noche a la mañana, es un desafío que requiere una respuesta inmediata y decisiva.
La adhesión a los extremos nunca es la solución. Tanto la extrema izquierda como la extrema derecha suelen desencadenar acciones radicales, acciones con las que muchos podrían estar de acuerdo en privado, pero que la mayoría no se atrevería a expresar o ejecutar en público. Estas ideologías se caracterizan por promover opiniones y comportamientos extremos, que pueden abarcar la difusión del miedo, la violencia, la discriminación, el odio y la intolerancia hacia ciertos grupos de personas.
Es nuestro deber como ciudadanos y, especialmente, como líderes políticos, reconocer estas amenazas y trabajar para preservar la estabilidad y el crecimiento económico de la República Dominicana. Es vital que nos unamos para prevenir que nuestra nación caiga en las garras de la desestabilización y el extremismo que han plagado a otros países de América Latina.
Aprovechemos este momento como una oportunidad para fortalecer nuestra democracia y garantizar un futuro estable y próspero para las generaciones venideras. La historia nos observa y seremos juzgados por cómo respondemos a este desafío.
Ing. Edgar Caraballo